¡HAY TAMALLLLLEEEEIIIIIIIIIS!
Por Patricia Jiménez Pons
Delegada del CCGM Estado de Morelos
Esta deliciosa tradición que une dos fiestas a través de la comida, inicia el 6 de enero, Día de Los Santos Reyes o de La Epifanía, cuando la familia, los cuates, los oficinistas, los comerciantes, los estudiantes y hasta los políticos, comparten una enorme rosca, adornada con fruta seca y azúcar, que en su interior esconde uno o varios Niñitos diminutos, de porcelana, azúcar o plástico, que a veces, los más codos prefieren tragar y terminar en el hospital antes que responsabilizarse por los tamales para el Día de la Candelaria…
Si bien esta tradición, en su segunda parte, marca el fin del período de Adviento para la Iglesia Católica y conmemora la Presentación del Niñito Jesús en el Templo, así como también la Purificación de la Virgen María, ahora une en pachanga a todo tipo de comensales que ven en el día 2 de febrero una fecha esperada para continuar con las fiesta comprometida el día de Reyes.
Sin embargo, este festejo es un factor de unión de la comunidad: familias y amistades que se hacen compadres cuando visten y presentan, en la iglesia, al Niño Dios venerado en casa. Éste es el corazón de La Candelaria: la verdadera razón para festejar al que ha encontrado al Niñito en la rosca, porque a partir de ese momento será considerado parte de la familia y, como “padrino” del Niñito, festejará con una gran tamaliza y atole.
El tamal o tamalli tiene un origen ancestral con más de 20 siglos de antigüedad y refleja una de las formas más sanas y sustanciosas para cocinar. El “envuelto cuidadosamente”, como se traduce la palabra tamalli, es elaborado desde la frontera norte del país hasta los límites con Guatemala, y aunque la palabra base es tamalli, la yuxtaposición de nombres indígenas que reflejan el tipo de tamal elaborado nos brinda una gama enorme de platillos cuya base es el cocido a vapor, con o sin masa de maíz: así tenemos el nanacatamalli o tamal de hongos; el xocotamalli o tamal de frutas o tamal rosa; el tenextamalli o tamal de cal; el ayegotamalli de frijoles gordos, entre otros muchos.
Morelos tiene en su gastronomía una cascada de formas de tamal que hacen la delicia de las comunidades, así Morelos ofrece al mundo, tamales como: los tamales de cebolla del Valle de Amilpas; los tamales de cabellito de Tlayacapan; los exquisitos tamales de cinturita; los tamales de pupa o puxi de Tetelcingo; los tamales de frijol quebrado del norte de la entidad y los tamales de ciruela silvestre de Jojutla, entre otros muchos. Hoy les ofrecemos la receta de los Tamales de cinturita
TAMALES DE CINTURITA
(Centro y Sureste del estado)
Para seis personas
Ingredientes:
4 calabacitas
1 taza de dientes de elote cocidos
2 chiles poblanos
1 chayote
2 nopalitos tiernos
1 cebolla
1 manojito de epazote
Sal
Hojas de totomoxtle o maíz para tamal
Crema y queso.
Preparación:
Picar las calabacitas, la cebolla, los nopales y el chayote en trozos pequeños. Escalfar los chiles poblanos, retirar la piel, abrir y desvenar, cortarlos en rajas. En una sartén con muy poquito aceite, saltear juntos las calabacitas, los chiles, la cebolla, los granos de elote y el chayote, sólo por dos o tres minutos sazonándolos con sal.
Rellenar con la verdura, colocando una hoja de epazote por tamal. Con las hojas de totomoxtle, que han sido previamente remojadas, envolver los tamales y amarrarlos a la mitad con un lacito de la misma hoja haciendo la cinturita que le da nombre a los tamalitos. Colocarlos en una tamalera y dejarlos a fuego lento por 25 minutos. Servir presentando uno abierto con una cucharadita de crema y espolvoreado con queso de cincho o enchilado… Se sirven dos por persona.